"Al
levantar el suelo de mosaico nos encontramos con esta gran sorpresa",
dijeron los investigadores, quienes catalogaron el hallazgo de histórico y
único.
Publicado
Agencia EFE, 20.05.2020
Debajo
de los restos de un viejo edificio bizantino, a pocos metros del Muro de los Lamentos, en la Ciudad
Vieja de Jerusalén, ha sido descubierto un pequeño complejo subterráneo de unos
dos milenios de antigüedad, reveló hoy martes la Autoridad de Antigüedades de Israel (AAI).
La
estructura, escarpada en la dura piedra que compone la base geológica de la Ciudad Santa, es un elemento particular que
los arqueólogos hallaron hace solo seis semanas, mientras proseguían con las
excavaciones entre los recovecos inferiores de esta zona repleta de ruinas
arqueológicas y marcada por una rica historia milenaria.
El
sistema subterráneo -de dimensiones más bien reducidas- yace bajo un pavimento
de mosaico construido siglos después por los bizantinos, que alzaron encima
suyo "un monumental inmueble" de muros amplios aún visibles que pudo
tener funciones "religiosas o
civiles", explica a Efe Michael Chernin, arqueólogo de la AAI.
Sin
embargo, los investigadores ven más relevante el complejo que quedó sepultado
en su interior. "Al levantar el
suelo de mosaico nos encontramos con esta gran sorpresa", indica el
director de la excavación, Barak Monnickendam-Givon.
Destaca
que el hallazgo es "único", porque no se habían encontrado
estructuras de este tipo en las cercanías del Muro de las Lamentaciones, el
lugar de culto más sagrado para el judaísmo.
"Tiene tres compartimentos perforados
en la roca junto con huecos, espacios para estanterías y escaleras", lo que indica que pudo servir como despensa o
almacén. Aun así, no descarta que fuera una residencia habitada.
Fue
utilizado en el período romano temprano por residentes de la urbe, en los años
anteriores a la destrucción del Segundo Templo judío y de toda Jerusalén, en el
70 d.C. y que marcó un antes y después para la urbe, de acuerdo con las
crónicas del historiador romano Flavio Josefo (siglo I).
Las
oscuras estancias de la estructura -repartida en tres niveles conectados, y a
la que se entra por un acceso de poca altura- siguen en proceso de excavación y
la tierra aún cubre gran parte de su compartimiento más inferior. Entre las ruinas hallaron varios restos de
cerámica, como lámparas de aceite.
En
opinión de Monnickendam-Givon, su construcción debió de suponer "una gran inversión", tanto
por el trabajo que implica perforar la roca como por el lugar donde se
encuentra: estaba "en una ubicación realmente privilegiada" hace dos
mil años, justo en lo que era el centro neurálgico de la antigua Jerusalén.
"La pregunta es ¿por qué se
invirtieron tantos recursos y esfuerzos en excavar habitaciones bajo sólidas
capas de roca?", se cuestiona el
experto, que espera obtener respuestas a medida que avance en el estudio del
yacimiento, que a largo plazo se quiere hacer accesible al público.
El
descubrimiento otorga a su vez información adicional sobre la vida diaria en la
antigüedad de los residentes de la ciudad.
También
se encontraron vasijas de arcilla para cocinar, una "taza de piedra exclusiva de los sitios judíos del Segundo
Templo" o "un fragmento de qalal, una gran cuenca de piedra usada
para contener el agua, que se cree que está vinculada a las prácticas judías de
rituales de pureza", destaca la AAI.
Las
excavaciones actuales están ubicadas debajo de la entrada a los túneles del
Muro de las Lamentaciones, en lo que hoy es el territorio ocupado de Jerusalén Este, y según Monnickendam-Givon
revelan a la antigua "Jerusalén en toda su gloria: sus gentes, religiones
y diversidad de grupos que la habitaron, trabajaron, construyeron y
glorificaron durante generaciones"
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