Un
nuevo estudio publicado en el diario científico 'Acta Astronáutica' especula
sobre la posibilidad de que otra civilización pueda detectar vida inteligente
en la Tierra
Una nave en órbita en un planeta de una
civilización tipo II en la escala Kardashev. (Inteligencia artificial/Novaceno)
Por
Jesús Díaz
15/01/2024
- 05:00
¿Qué
se requiere para detectar vida inteligente como la que existe en la Tierra en
el cosmos? Es la pregunta que se hace el astrofísico Z.N. Osmanov en un estudio científico publicado en el diario científico
Acta Astronautica. La respuesta es
deprimente.
Según
Osmanov —profesor de Física de la Universidad Libre de Tbilisi, Georgia— se
necesita el nivel tecnológico de una civilización
del tipo II en la escala Kardashev: una especie capaz de aprovechar toda la
energía de su estrella usando una esfera de Dyson u otra megaestructura
similar. En otras palabras: la humanidad
—que todavía no ha llegado ni al tipo I— no
puede detectar una civilización interplanetaria a no ser que estos se den a
conocer o se produzca un encuentro accidental con una nave alienígena.
El
planteamiento de Osmanov tiene sentido y explicaría en gran parte la paradoja
que planteó Enrico Fermi, que se
preguntaba “dónde está todo el mundo” si teóricamente la vida es abundante en el cosmos.
La pregunta correcta
La
humanidad lleva décadas intentando encontrar vida inteligente en el cosmos. En
ese tiempo el programa SETI ha barrido una ridícula parte del firmamento
intentando detectar señales de radio anómalas. Sólo ahora estamos empezando a
considerar otros planteamientos, como la hipótesis de que quizás haya sondas
alienígenas que hayan cruzado el sistema solar o incluso
colisionado con la Tierra.
Rendering 3D de una
Esfera Dyson (Stellaris)
La
pregunta y el trabajo de Osmanov parte de varios supuestos sólidos, planteando
hipotéticas formas de detección infalibles y luego realizando los cálculos
necesarios para llegar a la conclusión de que sólo una civilización del tipo II
tendría la capacidad técnica necesaria como para levantar sus ojos al cielo y
detectar a otras especies inteligentes aunque éstas no sean avanzadas, como los
humanos: “consideramos la cuestión de cómo nuestras construcciones artificiales
son visibles para las civilizaciones extraterrestres avanzadas. Tomando la
universalidad de las leyes de la física, descubrimos que la distancia máxima donde la detección es posible es del orden de 3.000
años luz y, bajo ciertas condiciones, las sociedades alienígenas avanzadas
de tipo II podrían ser capaces de resolver este problema,” afirma el estudio.
Clasificación Tecnológica de las
Sociedades Alienígenas
La
escala Kardashev es una clasificación de civilizaciones basada en su capacidad
de aprovechamiento energético. Las civilizaciones Tipo I son aquellas que
consumen toda la energía disponible en su planeta. Las del Tipo II son capaces
de utilizar la energía total de su estrella. Las civilizaciones Tipo III, aún
más avanzadas, podrían capturar toda la energía disponible en su galaxia.
Ilustración de una
supuesta esfera de Dyson
La
estimación es que la humanidad está hoy
en el punto 0,75, pero nuestra huella en la Tierra es visible desde el
espacio observando artefactos humanos que pueden ser detectados por
civilizaciones extraterrestres de tipo II a miles de años luz de distancia.
Estos objetos serían principalmente grandes infraestructuras y metrópolis como
Nueva York o Shanghai, así como grandes canales que pueden ser fácilmente
identificados como construcciones. Para detectar estos objetos desde más allá
de la órbita de la Tierra, sin embargo, se necesitan telescopios ópticos de alta potencia con una resolución angular extrema
que sólo una civilización de tipo II puede fabricar, asegura Osmanov.
Distancia máxima
Utilizando
la Ecuación de Drake —que estima la
cantidad de civilizaciones extraterrestres en nuestra galaxia— Osmanov calcula
que debería haber alrededor de 650 civilizaciones avanzadas en la Vía Láctea
para que una de ellas esté lo suficientemente cerca de la Tierra como para
poder detectar nuestras estructuras del tamaño de las Pirámides. Para
estructuras modernas más grandes, como las metrópolis, el número de
civilizaciones debería ser mucho mayor. A una distancia de hasta 3.000 años
luz, dice Osmanov, una civilización debería tener la habilidad de construir un
telescopio de varios millones de
kilómetros de diámetro para detectar las pirámides.
Si tuviéramos el telescopio adecuado podríamos ver
la huella de cualquier civilización alienígena. (Inteligencia
artificial/SDXL/Novaceno)La
resolución angular de un telescopio depende de su diámetro, lo que significa
que para resolver ángulos muy pequeños se necesitan telescopios extremadamente
grandes. Aquí es donde entra en juego la interferometría
de muy larga base, una técnica que implica el uso de al menos dos
telescopios separados por una gran distancia. Esta técnica permite crear
efectivamente un "telescopio virtual" mucho más grande que cualquier
telescopio físico. Osmanov también apunta a que las sociedades alienígenas
avanzadas de tipo II podrían utilizar computadoras cuánticas basadas en
agujeros negros artificiales para registrar señales con escalas de tiempo
inferiores a un segundo (fracciones infinitesimales, de hecho) algo actualmente
imposible para la humanidad. Estas computadoras ampliarían significativamente
las capacidades de detección de estas civilizaciones, afirma.
Anillos de gravedad de Einstein
Actualmente
la humanidad no está trabajando en nada similar. Como máximo tenemos el telescopio de gravedad de Stanford, un instrumento
que permitirá, por primera vez en la historia, ver un planeta en otro sistema
solar en detalle. Tanto detalle —en la escala de decenas de kilómetros por
pixel— que sus inventores aseguran que podremos observar continentes, océanos,
nubes y hasta volcanes en activo. De hecho, afirman que podremos ver cómo se mueve la atmósfera mientras el
exoplaneta gira alrededor de su estrella madre.
Una civilización de tipo II puede
tener telescopios capaces de ver las pirámides como se ven desde la estación
espacial internacional. (NASA)
Ese
proyecto es uno de los tres que ha pasado a la fase 3 de financiación en el
Instituto de Conceptos Avanzados de la NASA y sus inventores han publicado recientemente un nuevo estudio en el diario
científico The Astrophysical Journal donde ofrecen nuevos detalles sobre cómo
planean hacerlo realidad.
Este
telescopio espacial no usará lentes convencionales sino que explotará un
fenómeno conocido como Anillo de Einstein. Estos anillos se pueden observar en
torno a cualquier objeto masivo en el espacio, desde una estrella a una
galaxia. La gravedad creada por la masa
deforma la luz que proviene de objetos muy lejanos situados detrás de la
misma desde el punto de vista del observador, ampliándola y creando un anillo.
Utilizando un algoritmo, este anillo se puede volver a recomponer,
transformando una imagen deformada en una imagen normal. El James Webb, el
Hubble y muchos observatorios terrestres ya utilizan este efecto con galaxias,
revelando otras galaxias tan lejanas que no podríamos ver con el uso directo de
los espejos y sensores actuales.
Tarea de titanes
El
problema está en que, para poder aprovecharse del Anillo de Einstein que puede
‘generar’ nuestro sol, el telescopio debe estar a una distancia mínima de entre
550 y 1.000 unidades astronómicas
(AU). Básicamente, la misión buscaría poner el instrumento a 14 veces la distancia del Sol a Plutón,
suficiente para poder investigar los miles de planetas que sabemos están en el
rango de los 100 años luz de distancia. Constaría de una constelación de
mini-satélites modulares —que para recortar costes se enviarán como carga en
otros vuelos de cohetes— que se ensamblarán en el espacio de forma autónoma,
como si fueran bloques de Lego.
De
esta forma, afirman, podemos tener una misión lista para operar en apenas una
década desde su lanzamiento. Una vez en su punto de observación, el telescopio
operaría básicamente de forma autónoma usando inteligencia artificial y
siguiendo una lista de objetivos preestablecida. El motivo de esta autonomía es
que, a la distancia operativa, las comunicaciones entre el telescopio y la
Tierra tardarán unas 63 horas. Para
maniobrar, el instrumento podría utilizar motores de iones durante los diez
años que dure la misión científica.
Concepto del
telescopio ya ensamblado.
Ahora
mismo, la sonda Voyager 1 —el objeto
de origen humano más alejado de la Tierra— está a 156 AU después de 44 años de
viaje. Así que el primer problema estará en acortar el tiempo de viaje. Ahora
mismo no existe la tecnología —como los motores de fusión directa— para
acelerar un telescopio del tamaño del Hubble a la velocidad de 20 AU por año,
el mínimo que consideran aceptable. Así que en vez de enviar un solo telescopio
como el Hubble o el Webb, el equipo quiere enviar varios pequeños satélites
modulares hacia el Sol, utilizando su efecto de asistencia gravitatoria
combinado con velas solares para alcanzar el punto de observación en un tiempo aceptable.
Es
un trabajo realmente titánico y aún así sólo podríamos ver un planeta de unos
pocos píxeles, una resolución
insuficiente para ver estructuras planetarias. Todavía nos quedan milenios
antes de llegar al punto tecnológico en el que podamos enfocar nuestros ojos en
un planeta y encontrar señales inequívocas de construcciones de otras
civilizaciones. Hasta entonces, tendremos el proyecto Galileo y SETI.
FUENTE:
https://www.elconfidencial.com/tecnologia/novaceno/2024-01-15/pueden-alienigenas-detectar-civilizacion-terrestre_3810143/