A principios del siglo XX la
casualidad nos llevó a las puertas de la ciudad subterránea de gigantes más
conocida en aquellos tiempos. Fue un descubrimiento asombroso y la prensa no
tardó en hacerse eco.
Según un artículo publicado en La
Gazeta de Arizona el 5 de abril de 1909, el Gran Cañón fue el hogar de una
civilización en la que vivieron personas de proporciones ciclópeas. Una
civilización que sólo nos dejó unas estructuras como testimonio de su
existencia.
El artículo menciona el
descubrimiento de una enorme ciudadela subterránea por un explorador llamado GE
Kinkaid, que la encontró accidentalmente mientras hacía rafting en el río
Colorado.
Cabe mencionar que Kinkaid fue un
arqueólogo reconocido y contaba con el apoyo financiero del Instituto
Smithsonian.
Según sus descripciones la
entrada a esta misteriosa ciudad se encontraba al final de un túnel que se
extendía por algo más de 1600
metros bajo tierra.
A Kinkaid le impresionó que la
caverna fuera casi inaccesible. La entrada estaba a unos 450 metros bajo la pared
del escarpado cañón. El lugar se encontraba en una zona protegida por el
gobierno y el acceso estaba penalizado bajo multa.
“Por encima de un estante que no
se veía desde el río, estaba la entrada de la cueva. Cuando vi las marcas de
cincel en la pared en el interior de la entrada, me interesé, conseguí mi arma
y entré.”, dijo Kinkaid.
La arquitectura hallada sugirió
que los constructores de aquella ciudad subterránea poseían habilidades de
ingeniería avanzada.
El eje central de la ciudad
subterránea lo conformaba una cámara gigantesca de la que irradiaban pasadizos
de forma similar a los radios de una rueda. Las paredes de la cámara principal
estaban adornadas con armas de cobre y tablillas cubiertas de simbolos y
caracteres jeroglíficos muy parecidos a los que conocemos en Egipto. Otro
hallazgo interesante apuntaba al hallazgo de cuerpos momificados en el interior
de la ciudadela. Ninguna de las momias encontradas medían menos de 2,74 metros y todas se
encontraban envueltas en tejido de lino oscuro. Kinkaid dijo que había
realizado fotografías de una de ellas con una linterna, sin embargo, ninguna de
esas fotos fueron encontradas.
Exploraciones posteriores revelaron
datos interesantes sobre las creencias de estos presuntos gigantes habitantes
de la ciudad.
A más de 30 metros de la entrada
se encuentra una sala con planta en forma de cruz con varias decenas de metros
de largo y en la que se encontró un ídolo del que pudo ser el dios principal de
su sistema religioso. Se encontraba sentado con las piernas cruzadas y con una
flor de loto o lirio en cada mano. Su rostro tenía características orientales
así como la talla de la caverna. Este ídolo tenía cierta semejanza a Buda,
aunque los científicos de la época no terminaban de asegurar que representaba
aquel culto religioso.
El artículo también nos habla del
descubrimiento de cerámica y otros artefactos con marcas de haber sido
fabricados en otras partes del mundo. Tal vez una rara mezcla de culturas que
escasamente se da en los hallazgos arqueológicos, por lo que este
descubrimiento tendría una importancia sin precedentes.
La última cámara que encontraron
en la exploración era lo que creían Kinkaid y su socio el Profesor SA Jordan,
una cripta ceremonial, la cual se encontraba en el extremo de la gran sala
donde encontraron las momias.
Lamentablemente el artículo no da
muchos más detalles sobre este descubrimiento. Tampoco se encuentran versiones
ni otras menciones oficiales sobre esta enigmática ciudad subterránea. El
Instituto Smithsonian niega tener conocimientos de la existencia esta ciudad
subterránea.
Por el momento esto sólo es una
historia que permanece envuelta en numerosas teorías de la conspiración.
¿Estamos frente a una fantasía periodística o quizás han tratado de ocultar una
evidencia más de los antiguos mitos?
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