La NASA (Agencia Espacial Norteamericana) no ha encontrado evidencia de vida en otros planetas o sistemas planetarios. Sin embargo, hay muchos lugares en el universo que son propensos para la vida y que podrían ser candidatos para la existencia de formas de vida extraterrestre.
Algunos de los lugares más prometedores para la búsqueda de vida extraterrestre son:
Exoplanetas: Son planetas que orbitan alrededor de estrellas diferentes a nuestro Sol. Muchos de estos exoplanetas tienen condiciones que podrían ser adecuadas para la vida, como temperaturas y presencia de agua.
Luna Europa: Es una de las lunas de Júpiter y se cree que tiene un océano debajo de su superficie congelada. Esto hace que Europa sea uno de los lugares más prometedores para la búsqueda de vida extraterrestre en nuestro sistema solar.
Marte: Es un planeta rojo y desolado, pero hay evidencia de que tuvo agua en el pasado y podría haber tenido condiciones adecuadas para la vida. La NASA y otras agencias espaciales están estudiando Marte en busca de evidencia de vida pasada o presente.
Atmósfera de Venus: Aunque Venus es un planeta muy caliente y seco, se cree que su atmósfera podría tener condiciones adecuadas para la vida en forma de microorganismos voladores
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¿Cómo entendemos el significado de los nuevos resultados científicos relacionados con la búsqueda de la vida? ¿Cuándo podríamos decir “sí, se ha encontrado vida extraterrestre”?
Los científicos de la NASA están animando a la comunidad científica a
establecer un nuevo marco que proporcione un contexto para los
hallazgos relacionados con la búsqueda de vida. Han escrito en la
revista Nature, proponiendo crear una escala para evaluar y combinar
diferentes líneas de pruebas que conduzcan a responder la pregunta
fundamental: ¿Estamos solos en el universo?
En el nuevo
artículo dirigido por Jim Green, científico jefe de la agencia, un grupo
de la NASA ofrece una escala de muestra para usar como punto de partida
en las discusiones entre cualquiera que lo use, tanto científicos como
divulgadores. Su intención es crear una escala basada en décadas de
investigación en astrobiología, un campo que investiga los orígenes de
la vida en la Tierra y las posibilidades de vida en otros lugares.
“Tener
una escala como esta nos ayudará a comprender dónde estamos en nuestra
búsqueda de vida en lugares particulares y cuáles son las capacidades de
las misiones y tecnología que nos pueden ayudar en esa búsqueda”, dijo
Green.
La escala contiene siete niveles, que reflejan los
sinuosos y complicados escalones que conducirían a los científicos a
proclamar que han encontrado vida más allá de la Tierra. Como analogía,
Green y sus colegas señalan la escala del nivel de preparación
tecnológica, un sistema utilizado dentro de la NASA para evaluar lo
preparada que está una nave espacial (o tecnología) para despegar. A lo
largo de este espectro, las tecnologías de vanguardia como Ingenuity, el
helicóptero de Marte, aparecen inicialmente como ideas y se convierten
en componentes rigurosamente probados de misiones espaciales que hacen
historia.
Los autores esperan que, en el futuro, los científicos
anoten en sus publicaciones cómo sus nuevos resultados de astrobiología
encajan en dicha escala, o qué lugar ocupan en ella. Los periodistas
también podrían usar este marco, de modo que los pequeños pasos no
parezcan grandes saltos sin darse una correlación entre sí.
“Hasta
ahora, hemos preparado al público para que piense que solo hay dos
opciones: es vida o no es vida”, dijo Mary Voytek, directora del
programa de astrobiología de la NASA en la sede de Washington y coautora
del estudio. “Necesitamos una manera más eficaz de compartir la emoción
de nuestros descubrimientos y demostrar cómo cada descubrimiento se
basa en el anterior, para que podamos llevar al público y a otros
científicos en el viaje”.
Es emocionante cada vez que un rover o
un orbitador encuentra pruebas de que alguna vez fluyó agua en Marte.
Cada hallazgo nos muestra que el clima pasado de Marte fue similar al de
la Tierra, y que el planeta rojo podría haber albergado vida alguna
vez. Pero eso no significa necesariamente que se desarrollase la vida
allí, o que esté presente ahora. Los descubrimientos de planetas rocosos
que orbitan estrellas más allá de nuestro Sol, especialmente aquellos
que podrían albergar agua líquida en sus superficies, son igualmente
atractivos, pero no son una prueba por sí mismos de vida más allá de la
Tierra. Entonces, ¿cómo podemos entender estas observaciones?
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Los
científicos de todo el mundo colaboran, utilizando diferentes
herramientas y métodos, para buscar vida más allá de la Tierra. Los
científicos de la NASA proponen tener una escala para contextualizar la
importancia de los nuevos resultados relacionados con esta búsqueda.
Créditos: NASA/Aaron Gronstal
La ciencia es un proceso de
formular preguntas, proponer hipótesis, desarrollar nuevos métodos para
buscar indicios y descartar todas las explicaciones alternativas. Es
posible que una detección concreta no se pueda explicar por completo a
través de un proceso biológico y deba confirmarse mediante mediciones de
seguimiento e investigaciones independientes. A veces, hay problemas
con los propios instrumentos. Otras veces, los experimentos no ofrecen
nada en absoluto, pero aún aportan información valiosa sobre lo que no
funciona o dónde no buscar.
La astrobiología no es diferente,
busca responder algunas de las preguntas más profundas que cualquiera
podría hacer respecto a nuestros orígenes y a nuestro lugar en el
universo. A medida que los científicos van aprendiendo más sobre qué
tipos de señales están asociadas con la vida en diversos entornos de la
Tierra, pueden crear y mejorar las tecnologías necesarias para encontrar
signos similares en otros lugares.
Aunque la balanza que sopesa
los conocimientos e incógnitas evolucionará a medida que los
científicos, divulgadores y otros profesionales intervengan, el artículo
de Nature ofrece un punto de partida para la discusión.
En el
primer peldaño de la escala, el “nivel 1”, los científicos reportarían
indicios de un signo de vida, como una molécula biológicamente
relevante. Por ejemplo, una medición en el futuro de alguna molécula en
Marte potencialmente relacionada con la vida. Pasando al “nivel 2”, los
científicos se asegurarían de que la detección no se viera influenciada
por instrumentos contaminados en la Tierra. En el “nivel 3”, mostrarían
cómo se encuentra esta señal biológica en un entorno analógico, como el
antiguo lecho de un lago en la Tierra, similar al sitio de aterrizaje
del rover Perseverance, el cráter Jezero.
Para añadir pruebas en
la mitad de la escala, los científicos complementarían esas detecciones
iniciales con información relativa a si el medio ambiente podría
sustentar la vida, descartando fuentes no biológicas. En el caso
concreto de Marte, las muestras traídas a la Tierra podrían ayudar a
hacer este tipo de progreso. Perseverance pronto seguirá recolectando y
almacenando muestras con el objetivo de que una futura misión nos las
haga llegar algún día. Dado que diferentes equipos en la Tierra tendrían
la oportunidad de verificar de forma independiente indicios de vida en
las muestras de Marte, con una variedad de instrumentos, podría
alcanzarse el “nivel 6”, el segundo peldaño más alto en la escala. Pero
en este ejemplo, para alcanzar el nivel 7, el estándar por el cual los
científicos estarían más seguros de haber detectado vida en Marte, es
posible que se requiera una misión adicional a una zona diferente de
Marte.
Según los autores, “alcanzar los niveles más altos de
seguridad requiere la participación activa de la comunidad científica en
general”.
Esta escala también se aplicaría a los descubrimientos
más allá del sistema solar. Se cree que los exoplanetas (planetas fuera
de nuestro sistema solar) superan en número a las 300 mil millones de
estrellas de la Vía Láctea. Pero los planetas pequeños y rocosos son más
difíciles de estudiar desde lejos que los gigantes gaseosos. Serían
necesarias misiones y tecnologías futuras para analizar las atmósferas
de los planetas del tamaño de la Tierra, con temperaturas similares, que
reciben cantidades adecuadas de luz estelar para permitir el desarrollo
de la vida tal como la conocemos. El telescopio espacial James Webb,
que se lanzará a finales de este año, es el próximo gran avance en esta
área. Pero probablemente se necesitará un telescopio aún más sensible
para detectar la combinación de moléculas que indicarían vida.
La
detección de oxígeno en la atmósfera de un exoplaneta sería un paso
importante en el proceso de búsqueda de vida. Asociamos el oxígeno con
la vida porque lo producen las plantas y lo respiramos, pero también hay
procesos geológicos que generan oxígeno, por lo que no es una prueba
por sí misma de la existencia de vida. Para ascender en la escala, un
equipo de la misión podría demostrar que la señal de oxígeno no estaría
siendo contaminada por la luz reflejada de la Tierra, y estudiar la
química de la atmósfera del planeta, para descartar la explicación
geológica. La prueba adicional de un entorno que sustenta la vida, como
un océano, reforzaría el caso de que este hipotético planeta está
habitado.
Los científicos que estudian exoplanetas están ansiosos
por encontrar tanto oxígeno como metano, una combinación de gases en la
atmósfera terrestre indicativa de vida. Debido a que estos gases darían
lugar a reacciones que se anulan entre sí a menos que existan fuentes
biológicas de ambos presentes, encontrar ambos, sería un hito clave del
“nivel 4”.
Para alcanzar el nivel 5, los astrónomos necesitarían
una segunda detección independiente de algún indicio de vida, como
imágenes globales del planeta con colores que sugieran bosques o algas.
Los científicos necesitarían telescopios adicionales u observaciones a
más largo plazo para asegurarse de haber encontrado vida en un
exoplaneta.
Los autores del estudio enfatizan que la escala no
debe verse como una carrera hacia la cima. La escala remarca la
importancia del trabajo de base que muchas misiones de la NASA consiguen
sin detectar directamente posibles señales biológicas, como en la
caracterización de entornos en otros cuerpos planetarios.
Las
próximas misiones como Europa Clipper, un orbitador que se dirigirá a la
luna helada de Júpiter, Europa, a finales de esta década, o Dragonfly,
un octocóptero que explorará la luna de Saturno, Titán, proporcionarán
información vital sobre los entornos en los que algún día se puede
encontrar alguna forma de vida.
“Con cada medición, aprendemos
más sobre los procesos planetarios biológicos y no biológicos”, dijo
Voytek. “La búsqueda de vida más allá de la Tierra requiere una amplia
participación de la comunidad científica, y muchos tipos de
observaciones y experimentos. Juntos, podemos ser más fuertes en
nuestros esfuerzos para buscar indicios de que no estamos solos”.
Por Elizabeth Landau
Sede de la NASA en Washington, D.C.
Traducido por CEV-MDSCC
FUENTE:
http://www.latam.discovery.com/videos/secretos-de-la-nasa-expandiendo-posibilidades-de-vida-8/
Orion
Está claro que NASA está trabajando en proyectos de vanguardia que desconocemos, ¿has oído hablar de Área 62?
ResponderEliminarSaludos