Publicado el 30 julio 2020.
Las avestruces fueron cazadas
por los antiguos egipcios desde los tiempos predinásticos. Sus huevos fueron
usados ampliamente durante este periodo con varios propósitos, desde servir de
alimento hasta contenedores una vez vaciados. Uno de estos huevos fue hallado
en una tumba en Nubia, perteneciente a la cultura Naqada I y datado en más de
5.000 años de antigüedad. La particularidad: en él tiene pintado lo que algunos
han asociado con las pirámides de Guiza, algo imposible considerando la fecha
oficial de construcción de estos monumentos. Pero… ¿son realmente pirámides?
Los egiptólogos estiman que
las grandes pirámides en la meseta de Guiza tienen unos 4.600 años de
antigüedad. Sin embargo, debido a que están hechas de piedra, los métodos
tradicionales de datación, como el carbono-14, no pueden ser usados para
estimar su edad. Para más inri, la ausencia de inscripciones significativas
dentro de estas estructuras y la clara involución
arquitectónica producida después, hacen pensar que los egipcios de la época
de Keops, Kefrén y Micerino, tal vez no fueron sus constructores —o si lo
fueron, recibieron ayuda de alguien más avanzado—.
Por las razones esgrimidas
anteriormente, mucho de lo que se sabe del complejo de Guiza son conjeturas
aceptadas como verdades históricas. Por ejemplo, la egiptología asume que el
llamado cementerio de los constructores, hallado en 1990 en las proximidades de
las tres pirámides y sus satélites, albergó a quienes erigieron estos
monumentos. Y si bien eso parece lógico, lo es igualmente el hecho que en ese
lugar no hay tantas tumbas como constructores debieron haber para levantar estas
moles —presuntamente— con herramientas recién salidas del Neolítico.
Y ni hablemos de la Gran
Esfinge, cuyo rostro no coincide con
el del faraón al que se le achaca.
¿Las
pirámides en un huevo?
La incertidumbre creada en
torno a la meseta de Guiza ha llevado a muchos a buscar evidencias más allá de
la ortodoxia, siendo algunos hallazgos bastantes sustanciales —para al menos
considerar la hipótesis de una mayor antigüedad— y otros bastante dudosos.
Y es justamente uno de estos
últimos el que representa un llamativo huevo de avestruz hallado en una tumba
cercana a Asuán. De acuerdo a la datación, los restos humanos que yacían en
dicha tumba tenían 5.000 años de antigüedad. Ergo, parece razonable pensar que
los objetos encontrados allí, el ajuar funerario, eran igualmente antiguos.
El objeto en el Museo Nubia de
Asuán, Egipto.
El huevo de avestruz está
decorado con un dibujo de este animal junto a lo que algunos presumen, por
similitud y cercanía, son tres pirámides y el río Nilo a un costado. ¿Pero cómo
es esto posible si los monumentos de Guiza —de acuerdo al oficialismo— no
existían aún hace cinco milenios?
Lo cierto es que la proporción
de estos triángulos no coincide con aquellas de las tres de la meseta, donde la
de Micerino es claramente menor en tamaño.
Asimismo, los triángulos son
geométricamente isósceles, una forma que recuerda más a las humildes —en
comparación— y puntiagudas pirámides de Meroe, en la actual Sudán y
pertenecientes al reino de Kush. No obstante, estas estructuras fueron
construidas como tumbas en fechas más cercanas al después de Cristo y se ubican
más al sur de donde fue encontrado el huevo de avestruz —en un lugar que, en
tiempos remotos, habría sido un reino diferente de aquél que gobernaba sobre el
área de Asuán-.
Pirámides de Meroe, Sudán.
Pero entonces, si estos
triángulos que decoran el huevo no representan a ninguna de las susodichas
pirámides, ¿qué simbolizan?
La
respuesta en fichas
En 1988, y siguiendo los pasos
del célebre Flinders Petrie, el arqueólogo alemán Günter Dreyer se propuso
hallar las tumbas de la dinastía Cero de Egipto. Durante excavaciones en
Abidos, dio con una misteriosa tumba de 5.250 años de antigüedad. Dentro de
ella encontró objetos que apuntaban a que la
misma habría pertenecido a un tal rey Escorpión, hasta ese momento tenido
como una figura predinástica mítica por los egiptólogos.
Rey Escorpión.
Una de las cosas más
importantes encontradas en el suelo de esta tumba es lo que resuelve el enigma
del las «pirámides» en el huevo de avestruz: fichas de hueso y marfil del
tamaño de estampillas, 160 en total.
Cada una de estas fichas fue
tallada con sencillas figuras: árboles, aves, serpientes, elefantes, montañas,
etc. A primera vista, las imágenes parecen dibujos primitivos similares a los
encontrados en cuevas y vasijas prehistóricas. En las pinturas rupestres una
imagen es lo que es, una imagen de un ave significa ave; pero estas fichas
significaban algo más.
Utilizando los jeroglíficos
egipcios como una guía, Dreyer y su equipo se propusieron demostrar que estas
figuras eran símbolos y que representaban el sistema más antiguo de escritura
conocido. Por ejemplo, en una de ellas se muestra un elefante sobre unas
montañas; si a esto le asignamos un valor fonético de un jeroglífico similar:
el elefante representa el sonido «Ab» y las montañas el sonido «Yu». Al juntar
las sílabas obtenemos «Ab-Yu», que es el nombre de Abidos. Y se demostró que
sucedía lo mismo las demás fichas, cada una representaba un lugar o ciudad.
Los triángulos que observamos
en el huevo de avestruz, entonces, son nada más y nada menos que montañas, tal
como puede observarse en este conjunto de fichas:
El rayado que aparece en las
montañas, no representa las hileras de rocas de las pirámides, como el resto de
figuras tampoco están compuestas por bloques, sino que se trata de unas
montañas dibujadas mediante ese estilo decorativo característico de la época
Naqada I (ese tipo de decoración desaparece en Egipto en la Nagada II).
Crédito: Egiptomania.com.
La traducción textual de las
etiquetas de la imagen de arriba es: «(Procedente de) las montañas de la
oscuridad», es decir, el lugar por el que se pone el sol, el oeste. La línea
curvada sobre las montañas es una serpiente que representa el sonido «dy» y es
un complemento fonético de la palabra «montaña = Yu». Por tanto si la etiqueta
pertenecía a una jarra de vino, se debía interpretar como «procedente del
oeste». Con dos o tres triángulos tienen idéntica traducción e incluso si se
omite la serpiente, pues el sonido representado es siempre «dyu = montaña/s».
Con la evolución posterior de estos signos, cambiarán tanto sus valores
fonéticos como sus significados, tal y como se muestra a continuación:
Podemos concluir entonces que
este enigma está resuelto, y que evidentemente lo visto en el huevo de avestruz
de la cultura Naqada no prueba una mayor antigüedad de las pirámides de Guiza.
Sin embargo, no deja de ser igualmente asombroso, ya que estamos ante el primer
sistema completo de escritura, anterior a los caracteres cuneiformes de
Mesopotamia y desde el cual evolucionarían posteriormente los jeroglíficos
egipcios.
Cabe destacar, para terminar
de aclarar el asunto, que en su campaña de unificación el rey Escorpión
conquistó Naqada, en lo que fue una batalla decisiva para hacerse con el poder.
Por Arkantos Khan.
Referencias:
Ostrich Eggs of Predynastic
Egypt. Dina M. Ezz El-Din.
Aswan, Egypt: The Mystery of
the Ostrich Egg. Jewel’s Travel Adventures.
Viaggio nell’affascinante
mondo dell’Antico Egitto. Marisa Uberti.
Me importa un huevo. Juan de la Torre
Suárez, Egiptomanía, 2004.
Rey Escorpión, el comienzo de
una gran civilización. Mystery Planet.
FUENTE:
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