Texto
de José Andrés Rodríguez e ilustraciones de Martín Tognola
PUBLICADO:
03/12/2017
Pues
sí, hay científicos que quieren empezar una conversación interestelar con
nuestros (si es que existen) vecinos de universo. Y ya han lanzado un mensaje
al planeta GJ273b, uno de los dos que tiene la estrella de Luyten, a 12 años de
luz de aquí.
Douglas
Vakoch sonríe cuando el periodista pregunta medio en broma medio en serio si ya
ha habido contactos con seres extraterrestres y los gobiernos del mundo lo
esconden. “No que yo sepa, siento no poder darte una primicia”, responde.
Douglas Vakoch es un hombre que se cansó de esperar. Hasta hace unos años fue
director de Composición de Mensaje Interestelar del Instituto SETI (siglas que
en inglés significan Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre), un proyecto que
se inició a mediados de los años ochenta, con el respaldo de la Agencia
Espacial Estadounidense (NASA), para rastrear señales de vida procedentes de
otros planetas. Y ahora dirige el Instituto METI (Mensajes a Extraterrestres
Inteligentes, también en inglés). Vakoch, con licenciaturas y másters en
Religión, Psicología e Historia y Filosofía de la Ciencia, explica que “en el
SETI no hay interés en enviar mensajes a posibles civilizaciones
extraterrestres, sino que su objetivo es escuchar por si llega alguna señal
alienígena. Por eso creamos el METI hace un par de años: para enviar un
mensaje con la esperanza de obtener una respuesta”.
Y
así lo han hecho. Desde una antena situada en Noruega, los expertos del METI
han enviado un mensaje con información sobre aritmética, geometría y
trigonometría, así como una descripción de las ondas de radio que transportan
el mensaje y una explicación sobre el funcionamiento de los relojes. El mensaje
también incluye 33 canciones creadas por artistas afines al festival de música
Sónar, que se celebra en Barcelona. El mensaje se transmitió los días 16, 17 y
18 de octubre, utilizando la antena de radio del European Incoherent Scatter
Scientific Association (Eiscat), de 32 metros , en Tromsø.
Es
un “hola, ¿qué tal?”, lanzado al planeta GJ273b, uno de los dos planetas de la
estrella de Luyten, a 12 años de luz de aquí, y que se cree que podría disponer
de agua, un elemento indispensable para la vida. En el diseño del mensaje ha
colaborado, además, el Instituto de Estudios Espaciales de Catalunya. Este
proyecto recibe el nombre de Sónar Calling GJ273b.
De
este modo, en METI quieren probar la hipótesis de que “una señal con intención,
rica en información y poderosa y enviada desde la Tierra, podría incitar una
respuesta de alguna inteligencia extraterrestre”, indica la web de esta
organización formada por científicos de múltiples campos, desde la física hasta
la sociología, pasando por la historia o la astrobiología, que han trabajado
para la NASA, la Agencia Espacial Francesa o diferentes universidades.
Si se consiguiera iniciar una ‘charla’
interestelar, ¿quién debería ser el portavoz de la humanidad en una cuestión
tan trascendental? El SETI ya tiene un protocolo por si llegara el caso.
Desde
hace décadas, la humanidad está enviando al espacio señales de radio y
televisión. Si alguien ahí fuera tiene la capacidad para oírlos, quizá ya sabe
de nuestra existencia. Pero en el METI han dado un paso más, y ya han enviado
una señal mucho más potente para decir: “Estamos aquí y queremos charlar con
vosotros”. Nada más y nada menos que iniciar una conversación interestelar, una
empresa para la cual la parte tecnológica no es la más complicada. En el
pasado, se han enviado cápsulas que contenían mensajes grabados en un disco de
oro. “Y algunos científicos creen que sería adecuado emplear lásers –comenta
Vakoch–. Pero creo que lo mejor es enviar mensajes de radio utilizando grandes
radiotelescopios”.
Y
esto es lo que acaban de hacer. El verdadero reto, según este científico, “es
que no tenemos ni idea de cómo pueden ser esos posibles extraterrestres y, por
tanto, qué tipo de conversación podemos tener con ellos”. Y aquí la imaginación
se dispara, es inevitable recordar a los bichos que han creado los guionistas
de cine… y las posibilidades parecen casi infinitas.
Los
científicos del METI trabajan a ciegas en este sentido. Nuestros vecinos de
universo, ¿tendrán boca y ojos?, ¿se comunicarán telepáticamente?, ¿mediante
señales químicas?, ¿podrán oír?, ¿sabrán qué es una pregunta?, ¿compartiremos
emociones?, ¿serán muy individualistas o serán sumamente cooperativistas, como
las hormigas?, ¿vivirán para la guerra, o el sentido último de su existencia
será la belleza? Las preguntas se agolpan sobre la mesa de los expertos. En
definitiva, ¿cómo iniciar una conversación con extraterrestres a los que no
hemos sido presentados?
“Si
reciben la radioseñal que les enviamos, es que compartimos cierta tecnología, y
eso puede ser un inicio”, señala Vakoch. Algo común; sin eso, no habrá nada. Si
son una civilización muy primitiva, no oirán nada, será como gritar en el
desierto. Si pueden captar nuestras señales, tendríamos máquinas compatibles. Y
si hemos producido máquinas similares, algo en común tendrá nuestra forma de
pensar. Este es el razonamiento que siguen los científicos del METI. Por eso
han estado meses dándole vueltas a cómo debe ser ese primer mensaje. “Está
claro que no van a entender el inglés o el español, ni nuestros tuits, ni que
‘hola’ es ‘hola’”, comenta Vakoch. Por eso han empezado con un mensaje con
matemáticas básicas. “Si entienden esos conceptos, querrá decir que compartimos
algo de matemáticas y, por tanto, algo de nuestra forma de entender el
universo”, añade.
Vakoch
pone el énfasis en la necesidad de la sencillez de ese primer mensaje para ir
construyendo a partir de ahí una forma conjunta de comunicación. El éxito de
ese primer mensaje, en opinión de este experto, sería algo tan básico pero tan
extraordinario como que entiendan que “estamos aquí y queremos conversar”.
Pero, tras ese primer “hola, ¿hay alguien ahí?”, en forma de matemáticas
básicas, los retos siguen siendo de tamaño galáctico. “Habrá que emplear algún
tutorial para enseñarles cómo funciona nuestra lengua”, indica. Y aquí el
terreno es completamente desconocido. Hasta que tengamos cierta idea de cómo
son, no podremos construir puentes de comunicación.
No van a entender el inglés o el español.
Se ha empezado por las matemáticas. “Si entienden el mensaje, querrá decir que
compartimos algo y, por tanto, algo de nuestra forma de entender el universo”,
dice Douglas Vakoch, director del METI.
Que
es precisamente lo que ocurre en la película La llegada, estrenada el año
pasado, en la que una lingüista se encargaba de comunicarse con los aliens que
visitaban nuestro planeta. “Creo que es la primera vez que una lingüista
protagoniza una película de ciencia ficción”, comenta Jessica Coon, profesora
en el departamento de Lingüística de la Universidad McGill, en Montreal, y
asesora en el citado filme. En él, Amy Adams, la actriz que interpreta a la
lingüista, debe aprender a comunicarse con los visitantes. “Me reuní varias
veces con Amy para asesorarla, explicarle cómo se enfrenta un lingüista a una
lengua muy alejada de la suya”, agrega Coon, experta en lenguas indígenas de
América Central.
Quizás
vale la pena echar mano de los libros de historia. En el pasado ya ha habido
encuentros entre culturas y lenguas muy alejadas. ¿Podría extraerse alguna
lección? “Es cierto que cuando los europeos llegaron a América, se encontraron
con culturas y lenguas que no conocían. Pero todas las lenguas de la humanidad
comparten ciertos aspectos básicos. Cualquier bebé humano puede aprender
cualquier lengua. Incluso cuando un adulto se enfrenta a una lengua nueva y
lejana, puede realizar ciertas suposiciones”. Puede suponer, por ejemplo, que
la otra persona tiene un nombre.
Pero
¿tendrán nombres los aliens? Por eso Coon explica que, hasta que sepamos cómo
son esos posibles seres extraterrestres, “no tiene sentido trabajar en un
lenguaje para comunicarnos con ellos. En todo caso, la clave sería encontrar
patrones comunes entre nuestro lenguaje y el de ellos”. En la película, los
malentendidos tienen un papel fundamental. Algo que ocurre incluso entre seres
humanos que comparten idioma. “En el caso de que podamos conversar con aliens,
este será un aspecto crucial, sentar las bases para evitar malentendidos, entre
formas de comunicarse que serán muy pero muy diferentes”, añade Coon.
Vale,
y si desde el METI consiguen iniciar una charla interestelar, ¿qué? ¿Será un
científico suyo quien represente a la humanidad en una conversación que
sacudirá profundamente nuestra existencia? ¿A quién habría que llamar si los
aliens piden que les pongamos al teléfono con nuestro líder? En el 2010, corrió
el bulo de que la ONU iba a designar a la directora de su Oficina de las
Naciones Unidas para Asuntos del Espacio Exterior (Unoosa) embajadora para
posibles contactos con alienígenas. La ONU lo desmintió. Parece razonable
llamar a alguien de la Unoosa en caso de contacto, pero este organismo está
enfocado a aspectos legales de la exploración espacial y a estudiar amenazas
como meteoritos, no a posibles encuentros en la tercera fase.
Aunque,
por si acaso, ya se han elaborado protocolos. Seth Shostak, astrónomo en el
Instituto SETI, fue durante diez años el presidente del comité encargado de
gestionar esa primera conversación. “El protocolo es muy simple –explica–. Si
encuentras una señal, primero asegúrate de que no es de origen humano, ya que
en el pasado se han captado señales que parecían extraterrestres y finalmente
resultaron ser terrestres. Segundo, en el caso de que la señal sea
extraterrestre, hay que decírselo a todo el mundo. Y tercero, no respondas sin
realizar previamente una consulta internacional”.
Mmmm…
pero ¿decírselo a todo el mundo no generaría un pánico y un caos absoluto en
Twitter y en las calles? “No tendría sentido intentar esconder algo así, porque
las personas implicadas enviarían e-mails o mensajes a amigos o familiares y se
acabaría sabiendo”, se muestra convencido Shostak.
Cabe
preguntarse si no será muy arriesgado llamar a la puerta de una casa a la que
no hemos sido invitados. Echando la vista atrás, abundan los ejemplos de
encuentros entre civilizaciones que han acabado como el rosario de la aurora.
Al físico Stephen Hawking no le hace gracia esto del chateo interestelar. “Si
los aliens nos visitan, pasaría algo similar a lo sucedido cuando Cristóbal
Colón llegó a América”, declaró en el 2010. Pero Shostak insiste en
tranquilizarnos, de una curiosa manera: “Si los aliens estuvieran interesados
en los recursos de nuestro planeta y contaran con la tecnología para venir a
por ellos, su decisión no dependería de que les enviemos un mensaje de radio”,
asegura.
Tampoco
Vakoch cree que contactar con aliens vaya a iniciar la primera guerra de las
galaxias. “Llevamos décadas emitiendo señales de radio y televisión al espacio.
Y si los aliens quieren venir y tienen la tecnología para lograrlo, no hay
mucho que podamos hacer para defendernos –comenta–. Así que creo que es
preferible convencerles de que somos mejores para conversar y para aportarnos
beneficios los unos a los otros que para otras cosas”, añade.
Pero,
sólo por si acaso, en esos primeros mensajes, ¿no sería necesario decir algo
así como “llamamos en son de paz”? No en vano, cuando nos presentan a un
desconocido, sonreímos, intentamos ser amables, damos un apretón de manos, una
vieja costumbre que, antiguamente, servía para demostrar al otro que no se
portaba un arma. Si recibimos una señal de una inteligencia extraterrestre, ¿no
nos tranquilizaría que nos dijeran que son pacíficos? “Todos queremos causar
una buena impresión en una primera cita –cuenta Vakoch–. Pero tampoco podemos
pasarnos y mentir. No podemos decir que somos pacíficos y altruistas. Si la
conversación avanza, podríamos decir que tenemos problemillas en algunos
aspectos, pero que estamos trabajando en ello”.
Aunque
es posible que este científico multidisciplinar tenga éxito con el mensaje a
GJ273b, sabe que, en caso de posible respuesta, él no podrá replicar. “Pasarán
muchos años antes de que alguien pueda recibir el mensaje y otros muchos antes
de recibir repuesta”, señala. Entonces, ¿por qué tanto esfuerzo? “Alguien tiene
que empezar –dice–. Encontrarnos con seres que serán tan diferentes de nosotros
sería una oportunidad para que aprendamos los unos de los otros. Y esa
civilización incluso nos podría proporcionar herramientas para resolver algunos
de nuestros problemas. Un encuentro así sería un espejo muy interesante para
conocernos mejor”.
OTROS MENSAJES EN UNA BOTELLA
En
el pasado ya se han lanzado otros mensajes interestelares con la intención de
decir que somos los habitantes del planeta Tierra. En 1972, la sonda Pioneer
10, de la NASA, transportaba una placa grabada en la que estaban representados
un hombre y una mujer desnudos, nuestro sistema solar y su posición.
Recientemente, se han cumplido 14 años desde la última señal recibida desde
esta sonda. En 1977, la NASA envió las sondas Voyager 1 y 2, que incluían “118
fotografías, 90 minutos de música, saludos en 55 idiomas humanos y un lenguaje
de ballenas, un ensayo con soporte de audio que contenía desde pozos de lodo
burbujeantes hasta perros ladrando y el estruendoso despegue de un cohete
Saturno V, un extraordinariamente poético saludo del secretario general de las
Naciones Unidas y las ondas cerebrales de una joven mujer enamorada”, como se
indica en la web oficial de la Agencia Espacial Estadounidense. El científico
encargado de decidir los mensajes de las Voyager fue Carl Sagan, el famoso
astrónomo, astrofísico y divulgador. En su libro Murmullos de la Tierra,
cuenta, por ejemplo, que los Beatles querían que se incluyera su canción Here
Comes the Sun, pero no tenían el copyright, y finalmente no se incluyó. Con
respecto a los saludos en 55 idiomas, se empezó con el sumerio (una de las
lenguas más antiguas de la Tierra) y se finalizó con un “hola de parte de los
niños de la Tierra” pronunciado por un niño estadounidense de 5 años. Ann
Druyan, la mujer enamorada que prestó sus ondas cerebrales, formaba parte del
equipo científico encargado de decidir los mensajes de la sonda. Y,
precisamente, estaba enamorada de Sagan, con el que se casaría y conviviría
hasta la muerte de este. Muchísima y variadísima información, pero quizá no
haya nadie al otro lado de la galaxia capaz de entender qué es el amor o la
música o un secretario general.
FUENTE:
No hay comentarios:
Publicar un comentario